Nuestro director de Minería y Proyectos, Alejandro Montt, conversó con Diario Financiero sobre los desafíos y desarrollo de la Estrategia Nacional de Litio en la minería chilena de cara al 2025.
Ante la cada vez más creciente demanda de litio a nivel mundial, Chile está en una difícil carrera por el liderazgo, y urge el desarrollo de nuevos proyectos e incentivos que ayuden a que el país no pierda competitividad.
De acuerdo con el último informe de Cochilco sobre el mercado del litio, el consumo del mineral seguirá predominando por una mayor demanda de baterías, con una necesidad del orden de 1.250 miles de toneladas en 2025, que equivalen al 89% de todo lo que se está demandando. El 67% de lo requerido está empujado por la industria automotriz, mientras que un 11% restante está destinado para un uso industrial y químico.
Para el próximo año se estima que habrá una demanda por 1.404 miles de toneladas, versus las 1.129 miles requeridas para 2024, mientras que la oferta pasó de 1.246 miles a 1.594 miles de toneladas.
No obstante, el precio del carbonato de litio ha ido a la baja. Tras registrar un alza significativa en 2022, con US$ 70.000/ton, en 2024 se redujo a US$ 12.100/ton por menores ventas de autos eléctricos, reducción de inventario, mayor oferta del mineral por el ingreso de nuevos proyectos, entre otras razones.
Un escenario complejo
Chile está en una encrucijada. Un análisis de Deutsche Bank de octubre arrojó que se espera una oferta mundial de 1,3 millones de toneladas de Carbonato de Litio Equivalente (LCE) en 2025, la cual crecerá a 2,1 millones de toneladas en 2030, donde el país satisfará el 23% de la demanda mundial, pero bajará al 17% hacia el fin de la década por la entrada y mayor crecimiento de otros actores como África, Argentina o Estados Unidos.
Esto da cuenta de la complejidad que nuestro país tiene para que su oferta crezca al ritmo del crecimiento que supuestamente tendrá la demanda global, y no se observa que pueda revertir estas cifras en términos de participación en la producción mundial, analiza Víctor Pérez, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la U. Adolfo Ibáñez.
Rodrigo Cabrera, gerente senior de industrias y energía de EY, explica que las proyecciones indican que Chile cederá participación en la oferta de litio ‘porque no hay certeza de que se desarrollen nuevos proyectos en ese período que agreguen producción a lo que ya conocemos’.
No obstante, considera que de todos modos todo está por verse, ya que dado los precios proyectados ‘muchos proyectos se están ralentizando a la espera de mejores proyecciones’, lo que valora como una buena noticia para Chile, porque se puede ganar tiempo.
De la invitación a la acción
El ejecutivo agrega que el sector privado ya comprendió que las reglas locales son distintas a otros países, y que de todos modos habrá inversiones por el avance que tiene Chile con la Estrategia Nacional del Litio, que el Gobierno proyecta tener implementada en septiembre de 2025.
‘El primer desafío de Chile será pasar de la invitación a la acción, de llamados a que las empresas señalen su interés de invertir a que esa inversión se materialice en el menor tiempo posible. Implementar de buena forma la Estrategia Nacional de Litio es fundamental‘, destaca Alejandro Montt, director de minería y proyectos de Albagli Zaliasnik (az), e indica que los proyectos estatales vinculados a ella, ‘debieran habilitarse en el corto y mediano plazo, como la asociación de Codelco y SQM en el Salar de Atacama, el proyecto Salares Alto Andinos liderado por Enami, el proyecto de Codelco en Maricunga y las nuevas iniciativas que puedan desarrollarse en los 12 yacimientos priorizados‘.
En el plano de I+D+i, dice Pérez, la implementación del Instituto de Tecnologías Limpias (ITL) y el Instituto Nacional del Litio y Salares (iLiSa) son claves para apoyar, con financiamiento, estudios relacionados con temas productivos, de biodiversidad y de balance socio ambiental ligados al litio y a los salares. Jugarán un rol clave en la industrialización del recurso y en la generación de valor agregado al litio, además de la formación de capital humano avanzado vinculado con el territorio y las comunidades.
Pérez acota que también es prioritario que la industria privada tenga un marco claro, ágil y estable de colaboración público-privada con foco en los permisos ambientales, contratos especiales de operación del litio y estudios de líneas base de los salares priorizados: ‘De esta forma se podrán enfrentar los grandes desafíos que ha tenido la industria privada hasta la fecha y maximizar los beneficios de este recurso estratégico para nuestro país’.