“Vamos a corregir la reforma”, “volveremos a un sistema integrado”, “queremos incentivar la inversión”, ”eliminaremos las exenciones de IVA”, “subiremos el IVA para financiar las pensiones”, son las frases recurrentes que han marcado el comienzo de la carrera presidencial.
Las diferentes coaliciones políticas aún no definen a sus candidatos, pero todos ellos coinciden en algo: hay que reformar la reforma.
¿Qué se viene?, ¿cuál será el contenido de las reformas?, ¿quién implementará los cambios? Si bien muchas preguntas hoy no tienen respuesta, a lo menos tenemos algunas cosas claras: el corazón de la reforma (la renta atribuida) tiene poco futuro, la re-integración total del sistema volverá a ser una realidad y la creación de mecanismos tributarios que incentiven la inversión en capital humano y tecnológico y en investigación y desarrollo formarán parte de las opciones a incorporar a nuestro sistema tributario.
¿Simplificar la reforma? A esta altura parecen palabras mayores, considerando la inorgánica técnica que ha utilizado el legislador en materia tributaria en los últimos 10 años.
Solo podemos estar seguros de una cosa, nos rodea un brumoso ambiente de cambios. No es el momento de improvisar o de tomar decisiones apresuradas.
Camilo Béjar
Director Grupo Tributario
Albagli Zaliasnik